Hace unas semanas realicé un archivado de los proyectos y creaciones que he realizado en toda mi vida como director creativo, y entre los múltiples originales creados en los 90 encontré unas maquetas de presentación de proyectos para Nike.
De los trabajos guardados, no me sorprendieron los cambios de estética en estos 35 años, sino las maquetas, que por entonces dibujaba a mano con rotulador, y me di cuenta de cómo ha cambiado nuestra profesión. Antes éramos Artesanos del Diseño y desde el primer boceto hasta el resultado final teníamos unos profesionales que ampliaban, picaban, fotomontaban y escaneaban hasta llegar a unos fotolitos que se utilizaban para crear las planchas de impresión. Todo este mundo ya no existe.
El diseñador lo hace todo, incluso la preparación final para una impresión directa a plancha, por suerte ya no hay que guardar toneladas de fotolitos en un almacén, pero se han perdido profesionales que hacían un trabajo que la tecnología ha engullido.
La imaginación al poder
Antes el Artesano del Diseño creaba las líneas base creativas y con la aceptación del cliente sobre la maquetas, realizada con rotulador (lo repito de nuevo porque difícilmente ahora ningún Producer Manager aceptaría dar un OK a ningún trabajo donde no vea el resultado final en la maqueta), empezaba en marcha un proyecto que podía tranquilamente hacer que más de 30 personas tuvieran que poner la mano en el resultado final. Los diseñadores tenían que hacer de directores de orquesta y estar al tanto de cada una de las fases y procesos de creación. Todo podía fallar, la ampliación del cuerpo de la tipografía, una línea despegada, un color mal interpretado,… Todo.
Como mucho el cliente podía ver el arte final antes del proceso de preparación del fotolito, pero tenía que tener mucha imaginación para entender lo que estaba viendo. Y a veces cuando había un error se hacía con remiendos de fotolitos, alguna vez he añadido un acento con un estilógrafo y luego con un cutter darle forma. No podéis imaginar lo complicado de era llegar a un resultado final.
Un mundo perdido
Nuestro mundo estaba lleno de palabras que ahora suenan vacías como paralex, paniker, rodillo, bestine, cuenta hilos, cepillo, estilógrafos, curvígrafos, acetatos, escalpelos…. En fin, todo tipo de herramientas que ahora se llenan de polvo en algún cajón de alguna agencia o estudio creativo con solera.
La preparación empezaba con un couché de 300 gramos cortado más o menos a la medida del la creación, más unos márgenes de 3 centímetros de sangre que se alineaban al paralex. Se limpiaba la hoja con petróleo y se hacían las líneas de corte y sangre con estilógrafo y la línea interior de corte con un rotulador azul cyan fino. No voy a explicar cada proceso y el porqué de cada paso, ya que tendría material para la creación de un libro y no un post, pero a partir de aquí con las hojas fotográficas, se empezaban a alinear los textos y se montaba el diseño.
En algunos casos, si el fotomontador se equivocaba en los interlineados, se tenía que cortar letra por letra en los titulares para adecuar el espacio. Se utilizaba cera o cola para su pegado, a mi me gustaba más trabajar con cola. El SprayMount era una rareza. Cuando todos los textos y formas gráficas estaban añadidos se colocaba un papel cebolla encima donde se marcaban en rotulador los márgenes de las imágenes para que después se pudiera pasar al diseño. También se marcaban los colores de los textos y advertencias de creación.
Y para terminar, se añadía una cartulina con un color cubriente para proteger el arte final del amarilleamiento del sol, se ponía una identificación externa y ya empezaba el proceso fotomecánico del diseño. Y de ahí, de pasar durante años almacenados en un estante llenándose de polvo, hasta que un día su creador con unos cuantos años de más, lo redescubre y recuerda cuando él era más un Artesano del Diseño que un Informático del Color.
Hacer este post me ha recordado cuando vivíamos rodeados de papeles y colores, pensando antes de crear y dibujar, y creo que nada mejor que este vídeo sobre el proceso de trabajo de uno de los mejores creadores de los 80, Milton Glaser. Si no lo conocéis que sepáis que sus diseños son los más copiados del mundo, él fue el creador del logo «I Love NY», disfrutadlo.
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