Hemos oído en numerosas ocasiones lo importante que es que hablen de uno mismo, ya sea en connotación positiva o negativa, pero que se hable. ¡Y en este caso es así más que nunca!
Esta reflexión me vino a la cabeza días atrás al ir digiriendo la incendiaria campaña de “Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen.”, impulsada por la plataforma Hazte Oír, una organización que defiende valores ultracatólicos y conservadores.
Hazte Oír ha sido noticia por esta campaña altamente controvertida, juzgando cómo los niños deben sentir y vivir su sexualidad. Pero si alguien ha sido realmente juzgado han sido ellos mismos, por la sociedad y por todos aquellos que defienden unos valores más liberales y abiertos a los nuevos tiempos.
Esta campaña habrá gustado más o menos, pero no podemos negar que ha removido conciencias. En el fondo, que se abra debate ¡es algo muy positivo! Tocar temas delicados, tabú, que los ciudadanos se pronuncien, se posicionen, den sus argumentos a favor y en contra,… aunque no compartamos ideales y veamos las cosas de forma diferente, pero es la riqueza de ser plurales.
Hazte Oír se ha situado en el ojo del huracán, centenares de medios se han hecho eco de la campaña, defensores y detractores han salido a la calle, han boicoteado sus autobuses, sus servidores y perfiles de redes sociales han sido atacados por hackers, etc. Pero, ¿qué resultados ha obtenido? ¿ha conseguido su objetivo? ¿le ha beneficiado esta campaña?
Solo en las dos primeras semanas, el colectivo Hazte Oír sumó 51.452 nuevos miembros a sus filas y ha aumentado sus seguidores en redes sociales: 4.345 nuevos seguidores en Twitter, 8.423 en Facebook y 1.944 suscripciones en Youtube. De 2015 a 2017, su cuenta de Twitter ha incrementado el número de usuarios en más de un 15%, en Facebook más de un 60% y en Youtube más de un 50% . La página web de CitizenGo, la asociación en la que está integrada Hazte Oír, ha pasado de 3.175.686 miembros online en 2015 a 6.599.322 en 2017, más del doble.
A día de hoy poca gente no sabrá quién es esta organización, ¡no podemos negar que se han hecho oír! Si querían repercusión, la han conseguido. Hazte Oír ha copado programas de televisión, entrevistas, las redes sociales e incluso ha sido inspiración de infinidad de memes.
Hazte Oír ha sido precursor de otras campañas antagónicas que se han pronunciado a favor de la diversidad, como la del Ayuntamiento de Sant Boi, usando gráfica en autobuses urbanos. Pero no solo eso, parece ser que también ha puesto de moda las campañas polémicas en autobuses, como la última iniciada por Podemos el fin de semana pasado, la del ‘Tramabús’, mostrando como corruptos a conocidos políticos, empresarios y periodistas del país.
Desde el punto de vista publicitario, ¿podemos decir que la campaña de Hazte Oír ha sido un éxito? ¿habrá aumentado notablemente su número de socios y donaciones? Probablemente su valoración sea positiva, a pesar de los miles de detractores que le han surgido y que no le harán fácil su andadura. Desde el punto de vista social, ¿ha ganado respeto y reconocimiento? ¿ha mejorado su fama? ¿tiene el apoyo de las organizaciones públicas? Cada uno puede sacar sus conclusiones.
Llegados a este punto, la libertad de expresión debe existir, pero ¿hasta qué punto se pueden vetar las opiniones que no compartimos y que levantan ampollas en la sociedad? ¿qué papel debe jugar la publicidad en temas tabú? ¿deben permitirse las campañas que cuestionan los valores humanos? En otro post, más adelante, podemos reflexionar sobre otras campañas publicitarias polémicas y controvertidas.
Dicho esto, ya no como publicista sino como persona y ciudadana, por mí, que cada niño sea lo que quiera ser, pero sobretodo que se le dé la oportunidad de ser feliz.
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